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miércoles, 22 de junio de 2011

En el desayuno se deben consumir el 25 por ciento de las calorías requeridas diariamente

El desayuno no debe ser visto por los chicos como algo aburrido que hay que premiar. Al producirse el despertar del cuerpo y de la mente, se genera también el del apetito. De hecho, ahondando un poco en la gramática, encontramos que el término que designa a la primera comida del día es, justamente, des-ayuno. O sea, romper con el ayuno.
"El desayuno es vital porque venimos de -en promedio- 8 horas de ayuno. Entonces indudablemente para rendir tanto en el trabajo como en el colegio necesitamos alimento. De lo contrario estaremos comenzando el día sin el combustible esencial de las neuronas. Por eso, aunque es importante incorporar la mayor cantidad de grupos de alimentos (mínimo 2 o 3), tenemos que contar, al menos, con hidratos de carbono", explicó la doctora Mónica Katz, directora de la carrera de especialista en Nutrición con orientación en Obesidad de la Universidad Favaloro y autora del libro "No Dieta". Idealmente este quiebre debe realizarse con alimentos que cubran entre el 20 y 25 por ciento de las necesidades energéticas diarias gracias a su aporte calórico. Sin embargo, también es importante que en el desayuno haya un correcto equilibrio de alimentos. Por esa razón, los especialistas recomiendan incluir alguna infusión -café o té según el gusto de cada uno- y acompañarlo con tostadas, fiambre, algún dulce y queso o yogurt. Otras opciones muy difundidas por los especialistas y cada vez más adquiridas por el público local tienen que ver con la elección de frutas, cereales y por qué no frutos secos.
La importancia del desayuno no tiene que ver con un capricho, sino con el hecho de que es fundamental para encarar el día con energía. Esto se relaciona con la posibilidad de rendir más físicamente, pero también de tener mejores resultados intelectuales y cognitivos, algo que es muy fácil de evidenciar en los niños que se sacan notas más altas y mejores en el colegio.
No obstante, este grupo es el que más resistencia opone hacia el hábito del desayuno, junto con los adultos jóvenes -tanto mujeres como hombres- que alegan miedo a subir de peso, en el primer caso, o apuro por llegar al trabajo en el segundo. En cuanto a los niños, un estudio realizado en España estableció que el 8,5 por ciento de los niños y jóvenes de entre 2 y 25 años no desayuna, mientras que sólo un 27 por ciento lo hace de manera adecuada. Por otro lado respecto del argumento tan utilizado por las mujeres (el del sobrepeso), podría decirse que los efectos son completamente contrarios. Mientras que al desayunar correctamente es posible que el hambre aparezca recién al mediodía, si se saltea el momento del desayuno, las ganas de comer a media mañana serán mucho más fuertes pudiendo caer en excesos que, en definitiva, son los que provocan el sobrepeso. Aunque la primera comida del día -como ocurre con las otras- debería ser un momento propicio para el encuentro familiar, lo cierto es que las obligaciones muchas veces hacen que eso no sea posible. Es así que los chicos aprovechan y "zafan". Esto es un error. Aunque los niños suelen negarse al desayuno porque lo relacionan con la obligación o lo consideran aburrido, hay formas de volverlo un poco más atractivo. Es importante romper con la rutina. Así, se puede armar desayunos especiales para los fines de semana -que incluyan a toda la familia y en los cuales el momento se extienda- de manera que los chicos durante la semana esperen ese momento. También se puede recurrir a la sorpresa y llevarles el desayuno a la cama un día de semana, despertándolos sólo un ratito antes. Otra opción viable es llevarlos a desayunar afuera algún día. "Todas las ideas son buenas cuando el objetivo es que el chico perciba el desayuno como algo bueno", agregó la doctora Katz.
En cuanto a los alimentos, es importante variarlos. Se pueden elegir diferentes quesos y alternarlos, mermeladas de distinto sabor, o bien un día frutas y otro cereales. La idea es que siempre haya al menos una novedad en la mesa. "Creo que la clave en este punto pasa por, sencillamente, preguntarse qué le gusta a mi hijo. Si la respuesta es un tostadito de queso, hay que hacerle eso. Si, en cambio, le gusta el licuado de frutas, hay que dárselo. La idea es salir de los estereotipos de las galletitas, las tostadas o las medialunas y ampliar el espectro. Por ejemplo, si el niño prefiere una pizzeta con tomate, hay que hacérsela no sólo porque le gusta y entonces la va a comer con mucho más placer y menos esfuerzo, sino porque además de esa manera estará incorporando hidratos en la masa, lácteos en el queso y una verdura en el acompañamiento", concluyó la doctora.
http://www.rosario3.com/salud/noticias.aspx?idNot=93259&En-el-desayuno-se-deben-consumir-el-25%-de-las-calorías-del-día

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