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martes, 14 de mayo de 2013


Mentiras y verdades sobre “La bomba”, la nueva droga

Hace unos días se encontró en Chile una droga similar a la LSD en su forma de administración, pero sustancialmente distinta en sus posibles efectos secundarios. No son pocos los medios que ya han comenzado a circular información falsa, o confusa.
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(Ciudad de Buenos Aires) La 25I-NBOMe, conocida como “La Bomba”, es una feniletamina con efectos psicodélicos similares a los de la LSD (una diletamina) , pero que no tiene ningún parentesco molecular. Fue sintetizada por primera vez en el año 2003 por Ralf Hein en la Universidad Libre de Berlín y posteriormente fue investigada por el equipo de David Nichols en la Universidad de Purdue. Su uso como sustancia psicoactiva comienzó a observarse a partir del año 2010. Si bien se han referido hospitalizaciones y muertes relacionadas con sobredosificaciones de esta sustancia, poco tiene que ver con su potencia. Este químico que ha sido llamado “10 veces más fuerte que la LSD” es, en verdad, más tóxico que potente. Sus dosis (de entre 800 a 1200 microgramos) superan ampliamente las dosis históricas de las dosificaciones de LSD (200 microgramos), químico que nunca generó muertes por sobredosis. Los psicotrópicos de este tipo, a diferencia de lo que se dice en los medios, no son adictivos. Ni la LSD ni el 25i son químicos que produzcan adicción. Solo drogas como los opiáceos (anelgesicos como Vicodin, morfina, heroina), anfetaminas y la cocaína y sus derivados pueden considerarse físicamente adictivos.  A diferencia de lo que aseguran los medios, ácido lisérgico no ha provocado ningún tipo de muerte por sobre dosificación. Como prueba están los viejos estudios realizados en los años 50 y 60 en Estados Unidos y Argentina, de los que participaron personajes conocidos como Norma Aleandro, Graciela Fernandez Meijide, David Viñas y Noe Jitrik. Durante los estudios se ha sometido a los pacientes a dosis altas sin consecuencias físicas peligrosas. Una de las principales razones por las cuales los psiotrópicos como la LSD no pueden ser adictivos es que su nivel de acostumbramiento es muy alto, por lo que después de consumirse un par de veces sin espaciar en el tiempo, deja de surtir cualquier tipo de efecto, incluso por semanas. El 25i tambien ha sido catalogada como más fuerte que el Éxtasis, droga con la que, si bien conserva algún tipo de parentesco molecular, nada tiene que ver con su efecto. El 25i es estrictamente un alucinógeno, mientras que el Éxtasis puro es un empatógeno que ha sido usado como antidepresivo en los 80, y que actualmente se utiliza para ayudar a pacientes con stress post traumático como mujeres violadas y soldados de la guerra. Este problema de las drogas legales estuvo empujado al mercado nada más y nada menos que por las mismas leyes prohibicionistas surgidas y promulgadas desde Estados Unidos durante los gobiernos de Nixon y Ronald Reagan. En distintas partes del mundo como Australia, Inglaterra, Portugal y EEUU es común el comercio de diversos sucedáneos que cumplan la función de las drogas ilegales como la marihuana y éxtasis sobre todo. La principal razón de que esto no sea algo regulable es que al prohibir un químico, se prohíbe su molécula, pero basta modificarla un mínimo para que se transforme en algo totalmente nuevo y fuera de las regulaciones. Lejos de mejorar los problemas del narcotráfico, el prohibicionismo solo ha logrado empujar al comercio a nuevos lugares, mucho menos seguros. La preocupación principal que causan estas drogas de diseño legales es su falta de regulación y testeo es que al ser químicos nuevos y sin un seguimiento, no se conocen sus efectos secundaria a corto y largo plazo, porque pese a tener algún parentesco con las drogas ya conocidas, un cambio en la molécula puede producir reacciones totalmente diferentes. No son pocos los libros que otorgan información precisa sobre el asunto: “Historia general de las drogas”, la monumental obra de más de 1000 páginas del académico español Antonio Escohotado, o el “Pharmacotheon”, del etnobotánico  Jonathan Ott. En el mundo el alcohol produce 1,8 millones de muertes al año. Los efectos del Delirium tremens, el sindrome de abstinencia de alcohol es uno de los pocos síndromes de abstinencia con alto nivel de mortalidad. La venta del ethanol o su producción derivada de los fermentos es libre, y no tiene más que un limite de graduación. El tabaco causó cien millones de muertes durante el siglo XX, y son conocidos los químicos altamente tóxicos que poseen los cigarrillos. Con estos números las muertes no parecen ser la preocupación real de los medios y la ley.http://parabuenosaires.com/mentiras-y-verdades-sobre-la-bomba-la-nueva-droga/

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