
EL YUYO TIENE 46.000 GENES.
En la imparable seguidilla de desciframientos de genomas, llegó el turno de la soja. La noticia no se originó en las pampas del monocultivo argentino, sino en un frío laboratorio de la Universidad de Purdue, en Estados Unidos. Es la primera vez que se conoce la secuencia completa de una legumbre, en este caso, una de las plantas de cultivo más importantes del mundo, que además tiene un papel cada más relevante como biocombustible. “Esto nos abre la posibilidad de optimizar la planta para la producción sostenible de energía y alimentos”, confirmó Anna Palmesano, del Departamento de Energía de ese país. Los expertos identificaron en los 20 cromosomas sojeros 46.000 genes, más del doble que en el ser humano.
Los científicos de 18 institutos de investigación –que presentarán sus resultados hoy en la revista Nature– aseguran que el logro promoverá el desarrollo de semillas de digestión más sencilla y la mejora de la calidad del biodiésel. “Los datos, con más de 1.000 millones de nucleótidos (moléculas orgánicas), nos facilitarán la comprensión de cómo la planta transforma luz solar, dióxido de carbono, nitrógeno y agua en energía, proteínas y sustancias nutritivas para animales y seres humanos”, adelantó Palmesano. Aunque celebró el hecho de contar con las instrucciones que indican cómo está formada la soja, Gary Stacey, de la Universidad de Missouri, aclaró que “es más importante descifrar los genes que intervienen en la producción de aceite y proteínas”.
Stacey se refería al hecho de que el aceite de soja es un combustible limpio, pero la planta todavía no produce lo suficiente como para poder reemplazar a combustibles tradicionales como la nafta. Con el desciframiento del genoma, los científicos podrían aumentar la capacidad productiva del aceite. Lo mismo sucedería con la estaquiosa, el carbohidrato de la soja, que provoca en muchas personas problemas para la digestión. Si se manipulan los genes para que la planta baje su producción de estaquiosa, las semillas serán más digeribles para el hombre y el ganado.
El conocimiento de este genoma también permitirá crear variedades resistentes a enfermedades devastadoras, como la roya asiática, que en algunos países genera pérdidas de hasta el 80% de los cultivos. La investigación –en la que también se descifraron genomas del álamo y el mijo– no sólo abre el camino para la soja. Nature estima que el descubrimiento será clave para develar el genoma de más de 20.000 especies leguminosas, capaces de transformar elementos como el dióxido de carbono, el agua, la energía solar, el nitrógeno y los minerales en energía, proteínas y nutrientes.
PLANTA POLÉMICA. La soja también cosecha rechazos. En Brasil la señalan como una de las principales causas de la deforestación del Amazonas, mientras que en la Argentina la crítica más fuerte pasa por el uso de glifosato, el herbicida utilizado para la soja transgénica. De acuerdo al microbiólogo Andrés Carrasco, puede producir malformaciones neuronales, intestinales y cardíacas.
Por otra parte, tras el estallido del conflicto con el campo, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner cuestionó el avance de la soja y se refirió a este cultivo en forma despectiva diciendo que es “un yuyo” que se tira y crece solo.
“Es un avance que permitirá un mayor aprovechamiento”
El anuncio del desciframiento del genoma de la soja sorprendió y alegró al mismo tiempo a los argentinos estudiosos de la planta. “Esto sirve para conocer mejor las funciones de los genes, y a partir de eso utilizarlos de manera positiva”, afirmó el prosecretario de la Asociación de la Cadena de la Soja Argentina, Julio Ferrarotti. Agregó que, mediante la filotecnia (mejoramiento genético vegetal), se puede “aprovechar la variabilidad natural de las especies para incrementar su productividad”.
Desde el Grupo de Mejoramiento de Soja del INTA, Diego Soldini coincidió en que “para quienes trabajamos en el campo como mejoradores, sin duda este descubrimiento representa un avance: vamos a saber con exactitud qué genes tiene la planta y cuáles son sus funciones”. El doctor en genética precisó que “fundamentalmente hablamos de desarrollar una mayor resistencia a enfermedades y de incrementar las calidades diferenciales”, es decir modificar la composición bioquímica del grano para obtener proteínas de alta calidad.
El aceite de soja puede tener perfiles de ácidos grasos saturados (facilitan la fabricación de margarinas) e insaturados, que sirven para prevenir ataques cardíacos. Después de que se le extrae el aceite a la soja, queda una harina compuesta por proteínas, de la cual se derivan alimentos balanceados para animales y humanos. En este último caso, el sabor aún resulta desagradable al paladar, por lo que grupos como el del INTA trabajan para alterar la composición genética de la planta.
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