DESEO A TODO EL MUNDO QUE ESTE AÑO VENIDERO SEA PARA CADA UNO LO QUE HA DESEADO, QUE HAYA SALUD, TRABAJO, AMOR Y POR SOBRE TODO PAZ, QUE AQUEL QUE NO TENGA NADA PUEDA TENER ALGO Y AQUEL QUE TIENE TODO PUEDA COMPARTIRLO, QUE QUIEN NO ES CAPAZ DE DAR UN ABRAZO SIQUIERA, PUEDA SENTIR EL CALOR DE OTRO SEMEJANTE...QUE TANTOS NIÑOS QUE NO SABEN LO QUE ES UN JUGUETE, PUEDAN TENER EL SUYO, QUE QUIEN HAGA CARIDAD NO LE DE AL QUE NECESITA LO QUE LE SOBRA...SINO QUE COMPARTA LO QUE TIENE, QUE HAYA MAS SOLIDARIDAD Y MENOS HIPOCRESIA...
QUE EN CUESTIONES DEL CORAZON HAYA MENOS MENTIRAS Y MAS AMOR REAL...QUIEN VERDADERAMENTE AMA NO ESCLAVIZA, AMAR ES DAR LIBERTAD, TRATAR DE SER FELIZ, MAGNA TAREA PERO SE PUEDE LOGRAR...NO DESEAR MAS DE LO QUE SE PUEDE TENER ES UN BUEN PRINCIPIO.
AMIGOS ESTOS SON MIS DESEOS
FELICIDADES
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lunes, 31 de diciembre de 2012
lunes, 17 de diciembre de 2012
10 mil calorías en una noche
Si la ansiedad por comer y beber se desata, engordar entre dos y cuatro kilos
en el festejo de Navidad o Año Nuevo puede ser posible. Cómo evitar caer en el
gran atracón.
En nuestro país, Navidad y Año Nuevo están estrechamente ligados al exceso, a
mesas donde la bebida y la comida abundan. Y a pesar de que en los últimos
tiempos la tendencia es incorporar alimentos más cercanos a las temperaturas
locales, las recetas de climas fríos, muy ricas en sabor y también en calorías,
siguen vigentes.
Para muchos, el 24 y el 31 son de esos días en que todo está permitido en
materia de comidas. Y así, al cabo de cada comilona de Navidad o Año Nuevo, se
pueden llegar a consumir unas 10.000 calorías (el equivalente a unos cinco días
de dieta normal) y ganar entre 2 y 4 kilos más en la balanza.
La cuenta es sencilla: una porción de lechón suma 750
calorías, una ensalada waldorf abundante tiene casi 800
calorías, una barra tipo mantecol aporta 530 y una
rodaja de pan dulce suma 400, sin contar que por cada
copa de vino se ingieren 145 calorías, y en cada copa de champagne hay que
anotar 130 calorías, y la mitad cuando se bebe sidra o cerveza.
Pero dado que cerveza y sidra se toman generalmente en mayor cantidad que
vino y champagne, se compensa el valor total. En síntesis, es un desborde
total.
Pero los problemas que las comidas copiosas generan en épocas de altas
temperaturas no se limitan al posterior aumento de peso. También pueden traer
aparejados otras dificultades para la salud, que afectan a gordos y a flacos por
igual.
“Durante esos días, las consultas por dolor abdominal son más frecuentes, y
los excesos en la comida y bebida, dormir poco y cambiar el ritmo habitual son
más riesgosos entre personas mayores de 60 años o con enfermedades como diabetes
e hipertensión. Esto, para no hablar de las intoxicaciones con alcohol, que en
las fiestas superan ampliamente la media”, explica la licenciada en Nutrición,
María Florencia Destrée,
Los nutricionistas advierten que los extremos no sirven, comer sólo un yogur
para después comer sin control no es lo indicado. Hay que darle a la comida el
lugar que debe tener, ya que frente a la gran exposición de alimentos, se tiende
a comer por disponibilidad, no por hambre.
Menú saludable Para evitarlo hay que aprender a manejar las tentaciones y tener en cuenta
que “se puede combinar la comida, el disfrute y la alimentación saludable, sólo
se trata de seleccionar los alimentos, cuidar sus combinaciones y elegir las
formas de cocción menos agresivas”, destaca Mavi Díaz, directora de Mavi Díaz
Delivery Diet y especialista en cocina gourmet Entre los alimentos que se recomiendan para iniciar la comida están los
vegetales crudos y no sólo en ensaladas, sino también como crudites en bastones
de zanahorias, pepinos y zuchini con limón y pimentón.
“A mayor dureza del alimento, mayor poder de saciedad, por eso es tan
importante el corte”, aconseja Pedro Lambertini, chef de Natural Deli. Y un dato no menor para sentirse más saciado y comer menos durante la cena,
es tomar un vaso de agua, de gaseosa Light o de un jugo diet antes de comenzar.
No se debe empezar a tomar alcohol antes de la comida, ya que su exceso libera
los frenos que uno se pone a la hora de comer.
Otro consejo que dan los profesionales tiene que ver con las cantidades. Si
se consumen alimentos que no están en la lista de los permitidos, es importante
moderar el tamaño de todas las porciones y comer despacio.
“El estómago necesita tiempo para decirle al cerebro que ya ha comido todo lo
que necesita. Hay que tardar al menos 20 minutos en terminar el plato principal.
Uno tiene que saber escuchar a su cuerpo y diferenciar cuándo come porque tiene
hambre a cuándo lo hace porque hay comida en la mesa”, explica el doctor Adrián
Jaime, presidente de la Academia Iberoamericana de Medicina Antienvejecimiento y
Longevidad.
Incluso sugiere preparar la comida teniendo en cuenta que se puede
transformar en ligth haciendo pequeños cambios. “Si algo lleva crema, se puede
reemplazar por aderezos a base de yogur o queso crema y simples vinagretas”,
ejemplifica el chef de Natural Deli. Otra opción es preparar un aderezo con
aceite de oliva extravirgen y puré de zanahoria.
Además, la mayonesa es un peligro si uno la va a trasladar de una casa a
otra. Para evitar la salmonella, conviene aderezarla con la mayonesa del dueño
de casa. Medir el alcohol Pero no sólo la comida aporta calorías. Los expertos sugieren reemplazar las
gaseosas comunes por dietéticas e ingerir mucha agua. Las bebidas alcohólicas también tienen una gran cantidad de calorías, por lo
que habría que moderar el consumo si lo que se busca es no aumentar de peso.
A la hora de elegir el champagne, recordar quee una copa de extrabrut o seco
suma 130 calorías; si es una variedad dulce, aumenta a 175. Y aquellos que
prefieren brindar con sidra bajarán las calorías a la mitad.
La cerveza tiene la misma cantidad de calorías que el vino, pero se toma más
cantidad. Y el clericó es el más peligroso. La gente cree que está tomando jugo
de frutas, y en realidad toma muchísimo vino.
“Si decide tomar alcohol, hágalo lentamente, después de haber comido con
moderación. Y agreguele hielo a su vaso para diluir un poco el alcohol y
mantenerlo lleno con menos cantidad de bebida”, explica Destrée.
El tradicional brindis de medianoche también está en la mira de los
especialistas. Se debe tener precaución cuando se toma champagne al final de las
comidas. Además de tener una graduación alcohólica considerable, el gas puede
complicar la digestión. Por eso se recomienda beberlo como aperitivo.
En cuanto al pan dulce, una rodaja mediana supone 400 calorías
aproximadamente. El de frutas abrillantadas tiene más hidratos de carbono de
absorción rápida, por eso conviene reemplazarlo por los que tienen frutas secas,
más saludables por su riqueza en antioxidantes, niveladores naturales de los
valores de colesterol en sangre.
Y si prefiere frutas secas, debe saber que “las nueces aportan gran cantidad
de omega 3 y mayor de fibra que las almendras y las frutas deshidratadas.
Mientras que las avellanas tienen un valor nutricional similar al de las
almendras, pero aportan más calorías y grasas.
Los turrones, el peligro mayor: una porción mediana del de almendras, 115
calorías. Confites de maní con chocolate: 20 gramos, 220 calorías; en
garrapiñadas, 20 unidades totalizan 150.
El día después Si a pesar de las recomendaciones no logra contenerse durante las fiestas,
hay consejos para volver a la normalidad. Después de las Fiestas hay que seguir con el plan de alimentación habitual,
respetando las cuatro comidas, aunque ya se aconseja que sean seis más livianas.
No hay que hacer ayunos, que resultan innecesarios y perjudiciales.
Si hay sensación de pesadez por la ingesta de alimentos grasos y dulces,
conviene optar por un menú liviano y digestivo con frutas, lácteos descremados,
verduras crudas y cocidas. Todo esto combinado con carnes blancas, atún o
pollo.
El agua, la limonada y los jugos de frutas siempre están en las listas de los
recomendados para estas casos. Y un elemento clave para evitar el aumento de
peso es el ejercicio. Como objetivo de mínima, los médicos indican una caminata
de 30 minutos diarios. http://www.clarin.com/buena-vida/nutricion/disfrutar-fiestas-engordar-enfermarse_0_828517350.html
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viernes, 14 de diciembre de 2012
Afirman que los argentinos no consumen suficientes lácteos
Por ser ricos en calcio, los lácteos tienen un rol fundamental en la
mineralización de los huesos y los dientes, el crecimiento temprano y puberal,
la prevención de la hipertensión y, posiblemente, también de la obesidad. Sin
embargo, a pesar de tener alta biodisponibilidad en el país, los argentinos no
ingieren las cantidades recomendadas en las guías alimentarias.
La conclusión se desprende del estudio “Patrones de Consumo de Lácteos en la Población Argentina”, una investigación epidemiológica realizada por el Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI), que relevó a 1137 argentinos de todas las ciudades, de distintas edades.
Los resultados mostraron que dos de cada tres adultos no cumplen con la recomendación de dos porciones de lácteos por día, si se considera que cada ración equivale a un vaso de leche de 200 centímentros cúbicos, un pote de yogur de 200 gramos, 50 gramos de queso fresco o semiduro, 60 gramos de queso untable, o 15 gramos de queso de rallar.
A su vez, 9 de cada 10 adolescentes no ingiere las tres porciones diarias sugeridas para esa edad, al igual que el 72% de los escolares. Es que el descenso más marcado de los hábitos de consumos de lácteos se da en conjunto con el ingreso a la escuela. Es por eso que para el Director del CESNI, el doctor Esteban Carmuega, “se deben inculcar hábitos saludables a edades tempranas y promover el consumo de estos alimentos desde la escuela”.
En la juventud, la ingesta adecuada de calcio se asocia a un mejor y más veloz crecimiento y a prevenir fracturas. Más tarde ayuda a controlar la presión arterial y complicaciones del embarazo como la toxemia gravídica y en la adultez, la osteoporosis. La deficiencia de este nutriente se manifiesta a través de la pérdida de reservas, que se encuentran en los huesos. Por ese motivo, se deben consumir alimentos que lo contengan desde edades tempranas “para acumular la mayor cantidad de reservas óseas posibles en el mayor período de crecimiento longitudinal, ya que el momento de más incorporación de este mineral en el organismo es durante la adolescencia”, sostuvo María Elisa Zapata, licenciada en nutrición y encargada del relevamiento.
“La mitad del calcio lácteo se consume en el desayuno y en la merienda, como leches y yogures; cerca de un tercio en almuerzo y cena en forma de quesos, y el 20% restante, entre comidas. De allí la importancia de promover desayunos, meriendas y colaciones saludables incorporando lácteos no solo en la población infantil sino también en la adulta”, completó Zapata, para luego especificar que “a pesar de ser derivados de la leche, la manteca, la crema, la leche condensada y el dulce de leche se encuentran fuera del grupo de los lácteos por su elevado aporte de grasas, azúcar y calorías, por lo tanto, deben ser consumidos con moderación”.
En concreto, las cantidades necesarias equivalentes al contenido de calcio de un vaso de leche o yogur pueden equipararse con tres brócolis, 110 g de almendras, media lata de sardinas ó 36 cucharas de sésamo Sin embargo, la absorción de estos últimos alimentos es mucho menor. Por lo tanto, el nutriente que proviene de comestibles no lácteos debe ser un complemento del que se consume de la leche y sus derivados. El calcio disponible per cápita en Argentina es de 634 mg, considerando todas las fuentes de alimentos que lo contienen. De este total, el 65% proviene de los lácteos. Si se consideran las necesidades diarias del mineral establecidas para cada grupo etáreo, sería necesario incorporar cada día un promedio de 1055 mg de calcio por habitante. Es decir, que la población argentina consume dos terceras partes del calcio que necesitaría. Al respecto, la nutricionista y bioquímica Alicia Rovirosa, investigadora del CESNI y participante del equipo de investigación, aclaró que “la capacidad de producción de lácteos en el país es elástica a la demanda, por lo que –como país productor y exportador de este tipo de alimentos- podríamos hacerle frente a un aumento del consumo sin inconvenientes, lo que redundaría en un beneficio para la salud general de los habitantes”.http://www.docsalud.com/articulo/4216/afirman-que-los-argentinos-no-consumen-suficientes-lácteos
La conclusión se desprende del estudio “Patrones de Consumo de Lácteos en la Población Argentina”, una investigación epidemiológica realizada por el Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI), que relevó a 1137 argentinos de todas las ciudades, de distintas edades.
Los resultados mostraron que dos de cada tres adultos no cumplen con la recomendación de dos porciones de lácteos por día, si se considera que cada ración equivale a un vaso de leche de 200 centímentros cúbicos, un pote de yogur de 200 gramos, 50 gramos de queso fresco o semiduro, 60 gramos de queso untable, o 15 gramos de queso de rallar.
A su vez, 9 de cada 10 adolescentes no ingiere las tres porciones diarias sugeridas para esa edad, al igual que el 72% de los escolares. Es que el descenso más marcado de los hábitos de consumos de lácteos se da en conjunto con el ingreso a la escuela. Es por eso que para el Director del CESNI, el doctor Esteban Carmuega, “se deben inculcar hábitos saludables a edades tempranas y promover el consumo de estos alimentos desde la escuela”.
En la juventud, la ingesta adecuada de calcio se asocia a un mejor y más veloz crecimiento y a prevenir fracturas. Más tarde ayuda a controlar la presión arterial y complicaciones del embarazo como la toxemia gravídica y en la adultez, la osteoporosis. La deficiencia de este nutriente se manifiesta a través de la pérdida de reservas, que se encuentran en los huesos. Por ese motivo, se deben consumir alimentos que lo contengan desde edades tempranas “para acumular la mayor cantidad de reservas óseas posibles en el mayor período de crecimiento longitudinal, ya que el momento de más incorporación de este mineral en el organismo es durante la adolescencia”, sostuvo María Elisa Zapata, licenciada en nutrición y encargada del relevamiento.
“La mitad del calcio lácteo se consume en el desayuno y en la merienda, como leches y yogures; cerca de un tercio en almuerzo y cena en forma de quesos, y el 20% restante, entre comidas. De allí la importancia de promover desayunos, meriendas y colaciones saludables incorporando lácteos no solo en la población infantil sino también en la adulta”, completó Zapata, para luego especificar que “a pesar de ser derivados de la leche, la manteca, la crema, la leche condensada y el dulce de leche se encuentran fuera del grupo de los lácteos por su elevado aporte de grasas, azúcar y calorías, por lo tanto, deben ser consumidos con moderación”.
En concreto, las cantidades necesarias equivalentes al contenido de calcio de un vaso de leche o yogur pueden equipararse con tres brócolis, 110 g de almendras, media lata de sardinas ó 36 cucharas de sésamo Sin embargo, la absorción de estos últimos alimentos es mucho menor. Por lo tanto, el nutriente que proviene de comestibles no lácteos debe ser un complemento del que se consume de la leche y sus derivados. El calcio disponible per cápita en Argentina es de 634 mg, considerando todas las fuentes de alimentos que lo contienen. De este total, el 65% proviene de los lácteos. Si se consideran las necesidades diarias del mineral establecidas para cada grupo etáreo, sería necesario incorporar cada día un promedio de 1055 mg de calcio por habitante. Es decir, que la población argentina consume dos terceras partes del calcio que necesitaría. Al respecto, la nutricionista y bioquímica Alicia Rovirosa, investigadora del CESNI y participante del equipo de investigación, aclaró que “la capacidad de producción de lácteos en el país es elástica a la demanda, por lo que –como país productor y exportador de este tipo de alimentos- podríamos hacerle frente a un aumento del consumo sin inconvenientes, lo que redundaría en un beneficio para la salud general de los habitantes”.http://www.docsalud.com/articulo/4216/afirman-que-los-argentinos-no-consumen-suficientes-lácteos
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