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martes, 30 de noviembre de 2010

Tanorexia: la adicción a verse siempre bronceado se potencia en el verano


Mientras los médicos advierten sobre los riesgos de exponerse demasiado al sol o acudir a las camas solares, muchos insisten en hacerlo. Una cuestión de imagen.
La postal se repite ni bien estalla la primavera: a la hora en la que la ciudad arde, decenas de personas salen desesperadas en busca de un bronceado perfecto y se tiran a tomar sol en cualquier lugar público. Otros, sin esa posibilidad, acuden a las camas solares. Los de espíritu más deportivo optan por estar al aire libre el mayor tiempo posible. Lo que los une es una compulsión que ya fue tipificada como “tanorexia”, o adicción al “tan” (del inglés, “bronceado”).
“Ante una exposición al sol, los rayos llegan a las células de la piel. Estas, además de broncearse, liberan endorfinas (la hormona del bienestar). Aquí puede estar la clave para entender el por qué del uso indiscriminado del sol. Algo similar ocurre con el exceso de ejercicio (conocido como ‘vigorexia’) o con el chocolate”, explica Andrés Politti, médico dermatólogo y vocero de la Campaña Nacional de Prevención de Cáncer de Piel de la Sociedad Argentina de Dermatología.
Como con cualquier adicción, los especialistas reciben en el consultorio casos extremos. Desde personas que se exponen al sol untadas en Coca Cola, hasta gente que se deprime si está nublado o cree que se enfermó si está levemente pálida. “Las encuestas de los laboratorios señalan que casi todo el mundo encuentra importante protegerse del sol, aunque después no lo haga. Hay países donde el tema está más instalado gracias a esfuerzos de salud pública, pero también asentados sobre una población de piel clara en la que el cáncer de piel ha causado estragos. Nuestra composición étnica es distinta y tal vez eso diluya la percepción del problema”, agrega Politti. Despreocupados, los tanoréxicos ven en el hecho de tener color todo el año una necesidad y una cuestión de estatus social. “Si es invierno, muestran que acaban de volver de la nieve, y si es verano, de la playa. La cuestión es pertenecer”, asegura la asesora de imagen Claudia Pandolfo. “Hay gente a la que le queda bien el bronceado, da la idea de alguien saludable. Pero a los más artificiales yo les digo ‘los naranjas’, son una grasada total. Creo que todos vamos repitiendo las costumbres de nuestra generación, nosotros teníamos que estar bronceados siempre.” Así, los estereotipos de los ídolos populares cambian: “Los galanes de antes, por ejemplo, tenían que mostrarse dorados y esta tendencia hoy se está revirtiendo. De a poco empecé a recibir consultas de cambios de look en mujeres ‘antisol’ que siguen una idea más de principios de siglo, cuando usaban esos guantes largos y ropa que las protegiera para diferenciarse de la clase trabajadora que tenía la piel más curtida por la exposición constante al sol. Siguen a Nacha Guevara, Andrea del Boca o Viviana Canosa”. Por eso también se habla de “tanofobia” o fóbicos al sol y, en un contexto más extendido, de personas con “cancerofobia”.
Sin embargo, de la mano de la tanorexia, el uso de camas solares sigue creciendo en todo el mundo, a pesar de las contraindicaciones y de sus peligros, sobre todo en mujeres de entre 18 y 30 años. “En esa franja se detectó una duplicación del número de melanomas. Esta evidencia les permitió terminar con la controversia sobre el daño de las camas solares, y el año pasado la OMS recategorizó a las camas solares como carcinogénicas tipo 1 (igual que el tabaco y el arsénico)”, concluye Politti.
http://perfil.com/contenidos/2010/11/28/noticia_0036.html

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