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viernes, 9 de noviembre de 2018

Alimentos anti cansancio: la receta para recargar pilas

En esta época del año no es casual sentirse cansada. A poco más de un mes del fin del año lectivo, con las fiestas pisándonos los talones, el estrés mental y físico ya se hace sentir.A algunos les afecta también de manera anímica: se sienten decaídos, abatidos. La combinación de estrés físico y defensas bajas provoca un estado de vulnerabilidad que deja las puertas abiertas a las enfermedades.Por eso, más allá del merecido descanso de los fines de semana, de las terapias alternativas relajantes que se puedan realizar –yoga, meditación, deportes como natación o ciclismo, o simples caminatas–, lo ideal es mantener una alimentación rica en determinados nutrientes y pobre en otros considerados "poco favorecedores" de la salud.En ese sentido, y según especialistas en el tema, una nutrición errónea no sólo propicia la aparición de enfermedades puramente físicas, también promueve cuadros de depresión, ansiedad y déficit de la libido sexual.Así de sencillo: lo que comemos todos los días puede ser la causa de gran parte del estrés que sufrimos. Y, por el contrario, hacer algunos cambios en la dieta puede significar un ahorro de energía y un plus de buena salud. "Ya que comemos varias veces al día, todos los días de nuestra vida, es importante conocer las propiedades de cada alimento, sus virtudes terapéuticas y su afinidad con otros productos de la tierra", afirma la especialista Adriana Ortemberg, naturópata e instructora de cocina vegetariana, en su libro Guía básica de los súper alimentos, comida para disfrutar de salud y vitalidad (Océano Ámbar).Y continúa: "La salud empieza en la mesa, y si la adornamos con productos naturales y energéticos, viviremos más y mejor. De nosotros depende que los alimentos sean nuestros aliados o enemigos".
Alimentos que potencian la energía
¿FATIGA CRÓNICA? Ahora bien, si el cansancio es extremo, incluye dificultades para dormir, irritabilidad o mareos, es probable que estemos en presencia de un cuadro más complejo."El síndrome de fatiga crónica es una enfermedad grave y de larga duración que suele afectar a muchos sistemas del cuerpo, generando como síntoma principal un cansancio severo que no mejora con el descanso, dificultándole al paciente realizar sus tareas cotidianas e incluso confinándolo a la cama", advierte la Dra. Virginia Busnelli, médica especialista en nutrición y directora del Centro de endocrinología y nutrición Crenyf.La especialista afirma que aún se desconoce la causa exacta de este síndrome y que si bien cualquier persona puede padecerlo, es más común en mujeres de entre 40 y 60 años de edad. "Las investigaciones se inclinan a buscar posibles causas de este síndrome en infecciones virales, alteraciones del sistema inmune y estrés, entre otras", agrega Busnelli.
"Dicen sentirse en un estado de gripe permanente", apunta la Dra. Andrea Miranda, directora médica de la Sociedad Argentina de Estética y Nutrición Integral (SAENI).Y agrega: "Tiene que ver con cuestiones del estrés crónico que afecta a muchas personas a esta altura del año, sumado a una alimentación inadecuada y falta de descanso óptimo. Algunos especialistas lo relacionan con enfermedades como la fibromialgia, otros síndromes como el de intestino irritable o el de Sjögren, o con el trastorno por estrés postraumático, pero no está del todo estudiado".Para la Dra. María Alejandra Rodríguez Zía, médica clínica y endocrinóloga, la fatiga crónica puede responder a una carencia de nutrientes fruto tanto de un cuadro de desnutrición como de uno de sobrepeso. "Cualquier patología crónica, desde una diabetes descompensada hasta la obesidad, puede conducir a padecer cansancio extremo.Y, por supuesto, también las enfermedades autoinmunes graves, las degenerativas y el cáncer tendrán la fatiga entre sus síntomas, aunque en esos casos ya estamos hablando de pacientes que necesitan un tipo de tratamiento más complejo", afirma la médica. Ya que no existe cura para este síndrome, los tratamientos médicos apuntan a aliviar los síntomas."Mediante técnicas combinadas de manejo del sueño, medicación para reducir el dolor, la ansiedad y la depresión, el acompañamiento psicológico, diferentes prácticas de relajación y reducción del estrés, se logra una mejoría, aunque lo más importante es mantener una alimentación saludable que aporte todos los nutrientes, minerales y vitaminas para disminuir ese cansancio", puntualiza la Dra. Busnelli.Entonces, ¿qué debemos comer? "En líneas generales, algunos alimentos que aportan energía al organismo son la banana, la palta y el brócoli (contienen potasio para la recuperación muscular), el huevo, los frutos secos, las semillas de chía, la avena y los cereales integrales en general, legumbres, carnes rojas, pescado, ají morrón, hongos.También es importante beber de 2 a 3 litros de agua diarios y evitar los alimentos procesados o frituras que producen el efecto contrario y no le dan al organismo los nutrientes que necesita. Siempre aconsejo consultar a un nutricionista porque hay que evaluar diferentes factores; en cada caso particular las recomendaciones van a ser diferentes", señala la Dra. Miranda.Según Rodríguez Zía, los alimentos más recomendables para combatir la fatiga son los que aportan vitaminas del complejo B, entre ellos las frutas y los vegetales, que deben consumirse crudos, complementando una dieta ictio-ovo-vegetariana."Mi recomendación es comer pescado a diario, incluir uno, dos y hasta cuatro huevos por día en la alimentación, siempre teniendo en cuenta la edad y la actividad física de cada persona, frutas de estación, que se deben consumir preferentemente por la mañana, y todo tipo de vegetales, idealmente crudos y, de ser posible, orgánicos", apunta la médica, también especialista en medicina ortomolecular. Para lograr el efecto buscado las especialistas consultadas coinciden en afirmar que se debe disminuir el consumo de tabaco, alcohol, cafeína, bebidas azucaradas, grasas hidrogenadas y azúcares refinados. Habrá que probar.https://www.infobae.com/parati/estar-mejor/2018/11/09/alimentos-anti-cansancio-la-receta-para-recargar-pilas/

viernes, 28 de octubre de 2011

En los países pobres hay más accidentes cerebrovasculares

Debilidad en una parte del cuerpo, confusión, problemas para hablar, un dolor que "parte" la cabeza... Cualquiera de estas señales y otras, como vértigo, pérdida del equilibrio o falta de coordinación, puede indicar el comienzo de un cuadro que en el país se presenta una vez cada cuatro minutos: el accidente cerebrovascular (ACV), segunda causa de muerte y primera de discapacidad.
Se sabe que el ACV es ya una epidemia cuyas proporciones no sólo se miden en el drástico impacto que puede tener sobre la vida y el bienestar de los pacientes y de sus familiares, sino también por la carga que implica para los sistemas sanitarios.
Un trabajo firmado por dos investigadores argentinos que hoy publica en forma destacada la revista Stroke exhibe otra cara de este escenario epidemiológico: por primera vez demuestra, estadísticamente, que los países más pobres y los que menos proporción de su PBI invierten en salud son los que tienen una mayor incidencia y mortalidad por accidente cerebrovascular, mayor proporción de eventos hemorrágicos (causados por la ruptura de una arteria cerebral), y también aquellos en los que el ACV se presenta a edades más tempranas.
"Diversas investigaciones anteriores se habían centrado en la relación entre el riesgo de ACV y la situación financiera individual o familiar -explica el doctor Luciano Sposato, uno de los autores de este estudio y también director del Departamento de Neurología de Adultos del Instituto de Neurología Cognitiva y del Centro de Stroke del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro-. Lo que nosotros hicimos fue «cruzar» los datos ajustados del PBI con los de 48 estudios poblacionales realizados entre 1998 y 2008 en 22 países de los cinco continentes. Lo que vimos fue que muchos de los ACV que ocurren en una población determinada se explican por el estatus socioeconómico del país. No sólo eso, sino también la mortalidad, la proporción de hemorragias y la edad a la que los pacientes los padecen. En los países más pobres se presentan más temprano que en los de mayor PBI."
Esta singular ecuación introduce un nuevo factor para el diseño de políticas públicas de salud, ya que hasta ahora "el riesgo de ACV y sus consecuencias se consideraban resultados de factores étnicos, genéticos, ambientales, socioeconómicos y de la calidad de la atención médica", escriben Sposato y Gustavo Saposnik, coautor del estudio y director del Centro de Investigación en Stroke del Hospital St. Michael's, de la Universidad de Toronto.
Para llegar a esta conclusión, los científicos tuvieron que revisar 5000 estudios y analizar en profundidad 48 trabajos de 30 ciudades.
Se encontraron con que en los países de alto PBI el ACV se presenta a edades más tardías y tiene menor mortalidad. Pero también que la inversión en salud resultó ser otro factor que podía alterar este balance: "Si un país pobre invierte una proporción mayor del PBI en salud, tiene mejores marcadores", explica Sposato.
Para Saposnik, la explicación de este fenómeno no es tan obvia como parece. "No pudimos determinar cómo invierte cada país su presupuesto en salud, pero sí constatar una alta correlación del gasto en salud con el de prevención -dice, a través de una comunicación telefónica desde Toronto-. La alta inversión en salud está relacionada directa o indirectamente con una mayor inversión en prevención." En Canadá, se calcula que sólo los costos directos del ataque cerebral rondan los 30.000 dólares por paciente. Por otro lado, en el nivel poblacional la inversión en prevención exige unos pocos dólares por persona. Según este trabajo, el bajo producto bruto interno de un país explica el 32% del riesgo de ACV, el 43% de la mortalidad a los 30 días, el 43% del exceso de hemorragias cerebrales y el 47% de la mayor frecuencia de en jóvenes. Por su parte, la menor inversión proporcional en salud explica el 26% del riesgo, el 45% del exceso de mortalidad a los 30 días, el 32% del exceso de hemorragias cerebrales y el 36% de la mayor frecuencia en jóvenes.
Economía y salud.
"Hasta ahora, la literatura médica sugería que los países latinoamericanos tienen mayor frecuencia de ACV hemorrágicos que isquémicos [aquellos en los que la obstrucción de una arteria impide la llegada de oxígeno al cerebro] por mal control de los factores de riesgo y por alcoholismo -dice Sposato-. Sin embargo, a partir de estos hallazgos, esa mayor frecuencia se puede explicar por menor riqueza."
Podría pensarse que si un país tiene más recursos invertirá más en salud, ofrecerá atención médica de mejor calidad y sus habitantes observarán estilos de vida más saludables. Todo esto puede ser cierto, pero el trabajo de Sposato y Saposnik muestra que no sólo importa la riqueza, sino también qué proporción se invierte en salud.
"Son dos parámetros independientes -explica Sposato-. Sin embargo, aunque se especulaba con que podría haber alguna relación entre ACV y desempleo, nosotros no la encontramos."
Para Saposnik, una de las virtudes que tiene este trabajo es que tomó en cuenta países de los cinco continentes y que se basó en estudios poblaciones y no de hospitales individuales.
Y así como los países pobres tienen mayor mortalidad e incidencia de ACV, lo contrario también es cierto. "En aquellos con mayor PBI -agrega este último-, las personas padecen cuadros de menor gravedad, de menor mortalidad y a edades más avanzadas." En Canadá se presentan anualmente 50.000 nuevos pacientes con ACV, y entre 300.000 y 500.000 de ellos están vivos en la actualidad. En ese país se produce un ataque cerebral cada diez minutos. "Hace veinte o treinta años -dice Saposnik-, había una visión nihilista. Hoy se ha logrado una reducción significativa de la mortalidad, que a los 30 días es del 15%, aproximadamente.".http://www.lanacion.com.ar/1418499-en-los-paises-pobres-hay-mas-acv