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martes, 8 de noviembre de 2011

La neumonía es la tercera causa de muerte en adultos en el mundo

En el mundo, la neumonía ocupa el tercer puesto en el ranking de las causas de mortalidad adulta. En la Argentina, se sitúa en el sexto lugar. Estos números dan cuenta de la necesidad de destinar un día particular del año para reflexionar sobre este padecimiento. El objetivo de la campaña es informar a la comunidad sobre la importancia de la problemática y educar sobre las diferentes acciones que se pueden implementar para prevenirla.
La neumonía es una infección en los pulmones que afecta a personas de todas las edades, y puede ser severa, en particular, en los niños pequeños y los ancianos. En los mayores de 65 años que padecen este mal, las estadísticas demuestran que más del 50% deberán ser hospitalizados por complicaciones. A su vez, la mortalidad en este grupo etario es elevada: el 17% de los pacientes fallecen por esta causa. Además de las edades extremas de la vida, las personas que tienen mayor riesgo de presentar neumonía son aquellas con enfermedades pulmonares crónicas, cardíacas, diabetes o cuyo sistema inmunitario está debilitado. También es más frecuente en fumadores y en personas que han tenido una infección respiratoria viral reciente, incluyendo gripe. Los brotes de influenza regularmente se asocian a mayor enfermedad en las poblaciones, y esto se expresa en un aumento en los índices de neumonías, hospitalizaciones y muertes por enfermedad respiratoria. En el 2009, el año de la pandemia de gripe A, se reportó en el país un aumento en el número de casos, el total fue de 234.700 personas. Los más afectados fueron los niños menores de un año. Este padecimiento se clasifica en dos tipos: la neumonía adquirida en la comunidad (NAC), que se presenta en personas que no están hospitalizadas, y son más frecuentes durante los meses de invierno. Y la que afecta a los pacientes internados en hospitales o geriátricos. Esta distinción es importante porque los gérmenes responsables de la infección son diferentes en cada caso. En el caso de la NAC, ésta se contagia a través del contacto con secreciones respiratorias de personas infectadas. El origen de esta enfermedad se encuentra en diversos tipos de microorganismos, el más frecuente es el neumococo, que es responsable del 40% de las neumonías en adultos, y en segundo lugar, se ubica el estafilococo (17%). Otros patógenos frecuentes son los llamados gérmenes atípicos como Mycoplasma, Clamidia y Legionella. A su vez, los virus respiratorios como el de influenza, adenovirus y sincicial respiratorio causan un 16% de los casos, según un estudio realizado en Argentina.
El cuadro se presenta habitualmente con fiebre, sudoración, dificultad para respirar, tos seca o con expectoración purulenta, dolor en el pecho, a veces también con náuseas y vómitos. En la mayoría de las ocasiones el diagnóstico se hace a través del examen físico y una radiografía de tórax o tomografía computada. Para poder averiguar cuál es el germen responsable de la infección se realizan cultivos de esputo y de sangre y análisis de antígeno en orina.
El tratamiento consiste en hacer reposo, recibir una adecuada hidratación y la administración de antibióticos o antivirales, que por lo general se indican por vía oral al menos que el cuadro sea severo o se presenten complicaciones. Estas últimas comprenden el derrame pleural, el absceso pulmonar y la bacteriemia (cuando las bacterias que infectan el pulmón pasan a la sangre y comprometen otros órganos). Existen muchas medidas efectivas y seguras para evitar la mayor parte de los casos de neumonía. Resultan sumamente efectivas las pautas simples de control de infecciones, como por ejemplo, lavarse las manos regularmente con agua y jabón o alcohol en gel, taparse la boca y la nariz al estornudar y tirar o lavar los pañuelos después de usarlos. Dejar de fumar es otra pauta de gran relevancia. Pero, sobre todo, existen las vacunas, tanto la antineumocócica como la antigripal, que son las principales herramientas para la prevención. La vacuna antigripal es estacional, se elabora a partir de las cepas virales que circularon durante la temporada anterior y por lo tanto se debe administrar todos los años en otoño-invierno. En cambio la antineumocócica en adultos se recomienda, por lo general, en una única dosis en los mayores de 65 años y en las personas con factores de riesgo.
La batalla contra el neumococo
Las primeras vacunas antineumocócicas se comenzaron a utilizar a principios del siglo XX. Desde entonces evolucionaron hasta llegar a la de polisacáridos de 23 serotipos que se utiliza hoy en adultos. Más recientemente se desarrollaron las vacunas antineumocócicas conjugadas (VAC), que generan una mejor respuesta inmunológica porque inducen memoria en las células que fabrican los anticuerpos logrando una protección más prolongada. Estas pueden ser utilizadas en niños menores de dos años, y el impacto de su incorporación en los calendarios de inmunización ha sido muy importante. No solo se documentó la disminución en un 22% de las neumonías en niños inoculados, sino que también se beneficiaron las personas adultas no inmunizadas que conviven con chicos, gracias al efecto indirecto sobre la transmisión y el contagio.
En la actualidad se investiga el uso de las VAC en adultos. El estudio CAPITA (Community Acquired Pneumonia Immunization Trial in Adults) se desarrolla en Holanda y cuenta con la participación de 85.000 individuos, que serán monitoreados por dos años. El objetivo es probar la vacuna conjugada contra 13 serotipos de neumococo para evaluar su eficacia en la prevención de la neumonía adquirida en la comunidad (NAC). http://www.docsalud.com/

viernes, 28 de octubre de 2011

En los países pobres hay más accidentes cerebrovasculares

Debilidad en una parte del cuerpo, confusión, problemas para hablar, un dolor que "parte" la cabeza... Cualquiera de estas señales y otras, como vértigo, pérdida del equilibrio o falta de coordinación, puede indicar el comienzo de un cuadro que en el país se presenta una vez cada cuatro minutos: el accidente cerebrovascular (ACV), segunda causa de muerte y primera de discapacidad.
Se sabe que el ACV es ya una epidemia cuyas proporciones no sólo se miden en el drástico impacto que puede tener sobre la vida y el bienestar de los pacientes y de sus familiares, sino también por la carga que implica para los sistemas sanitarios.
Un trabajo firmado por dos investigadores argentinos que hoy publica en forma destacada la revista Stroke exhibe otra cara de este escenario epidemiológico: por primera vez demuestra, estadísticamente, que los países más pobres y los que menos proporción de su PBI invierten en salud son los que tienen una mayor incidencia y mortalidad por accidente cerebrovascular, mayor proporción de eventos hemorrágicos (causados por la ruptura de una arteria cerebral), y también aquellos en los que el ACV se presenta a edades más tempranas.
"Diversas investigaciones anteriores se habían centrado en la relación entre el riesgo de ACV y la situación financiera individual o familiar -explica el doctor Luciano Sposato, uno de los autores de este estudio y también director del Departamento de Neurología de Adultos del Instituto de Neurología Cognitiva y del Centro de Stroke del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro-. Lo que nosotros hicimos fue «cruzar» los datos ajustados del PBI con los de 48 estudios poblacionales realizados entre 1998 y 2008 en 22 países de los cinco continentes. Lo que vimos fue que muchos de los ACV que ocurren en una población determinada se explican por el estatus socioeconómico del país. No sólo eso, sino también la mortalidad, la proporción de hemorragias y la edad a la que los pacientes los padecen. En los países más pobres se presentan más temprano que en los de mayor PBI."
Esta singular ecuación introduce un nuevo factor para el diseño de políticas públicas de salud, ya que hasta ahora "el riesgo de ACV y sus consecuencias se consideraban resultados de factores étnicos, genéticos, ambientales, socioeconómicos y de la calidad de la atención médica", escriben Sposato y Gustavo Saposnik, coautor del estudio y director del Centro de Investigación en Stroke del Hospital St. Michael's, de la Universidad de Toronto.
Para llegar a esta conclusión, los científicos tuvieron que revisar 5000 estudios y analizar en profundidad 48 trabajos de 30 ciudades.
Se encontraron con que en los países de alto PBI el ACV se presenta a edades más tardías y tiene menor mortalidad. Pero también que la inversión en salud resultó ser otro factor que podía alterar este balance: "Si un país pobre invierte una proporción mayor del PBI en salud, tiene mejores marcadores", explica Sposato.
Para Saposnik, la explicación de este fenómeno no es tan obvia como parece. "No pudimos determinar cómo invierte cada país su presupuesto en salud, pero sí constatar una alta correlación del gasto en salud con el de prevención -dice, a través de una comunicación telefónica desde Toronto-. La alta inversión en salud está relacionada directa o indirectamente con una mayor inversión en prevención." En Canadá, se calcula que sólo los costos directos del ataque cerebral rondan los 30.000 dólares por paciente. Por otro lado, en el nivel poblacional la inversión en prevención exige unos pocos dólares por persona. Según este trabajo, el bajo producto bruto interno de un país explica el 32% del riesgo de ACV, el 43% de la mortalidad a los 30 días, el 43% del exceso de hemorragias cerebrales y el 47% de la mayor frecuencia de en jóvenes. Por su parte, la menor inversión proporcional en salud explica el 26% del riesgo, el 45% del exceso de mortalidad a los 30 días, el 32% del exceso de hemorragias cerebrales y el 36% de la mayor frecuencia en jóvenes.
Economía y salud.
"Hasta ahora, la literatura médica sugería que los países latinoamericanos tienen mayor frecuencia de ACV hemorrágicos que isquémicos [aquellos en los que la obstrucción de una arteria impide la llegada de oxígeno al cerebro] por mal control de los factores de riesgo y por alcoholismo -dice Sposato-. Sin embargo, a partir de estos hallazgos, esa mayor frecuencia se puede explicar por menor riqueza."
Podría pensarse que si un país tiene más recursos invertirá más en salud, ofrecerá atención médica de mejor calidad y sus habitantes observarán estilos de vida más saludables. Todo esto puede ser cierto, pero el trabajo de Sposato y Saposnik muestra que no sólo importa la riqueza, sino también qué proporción se invierte en salud.
"Son dos parámetros independientes -explica Sposato-. Sin embargo, aunque se especulaba con que podría haber alguna relación entre ACV y desempleo, nosotros no la encontramos."
Para Saposnik, una de las virtudes que tiene este trabajo es que tomó en cuenta países de los cinco continentes y que se basó en estudios poblaciones y no de hospitales individuales.
Y así como los países pobres tienen mayor mortalidad e incidencia de ACV, lo contrario también es cierto. "En aquellos con mayor PBI -agrega este último-, las personas padecen cuadros de menor gravedad, de menor mortalidad y a edades más avanzadas." En Canadá se presentan anualmente 50.000 nuevos pacientes con ACV, y entre 300.000 y 500.000 de ellos están vivos en la actualidad. En ese país se produce un ataque cerebral cada diez minutos. "Hace veinte o treinta años -dice Saposnik-, había una visión nihilista. Hoy se ha logrado una reducción significativa de la mortalidad, que a los 30 días es del 15%, aproximadamente.".http://www.lanacion.com.ar/1418499-en-los-paises-pobres-hay-mas-acv

viernes, 2 de septiembre de 2011

En el país hay 40.117.096 habitantes, según datos finales del Censo 2010

La Argentina cuenta con 40.117.096 habitantes, según los datos definitivos del Censo Nacional de Población y Vivienda 2010, difundidos por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).
Los números finales permitieron determinar que la población creció 10,7 % desde 2001, cuando el censo realizado ese año arrojó que el país tenía 36,732.810 millones de habitantes. Además, la cantidad de extranjeros que viven en la Argentina se incrementó casi 18% en 9 años.
El organismo estatal informó que viven en el país 20.533.000 mujeres, que representan el 51,33% de la población total, y 19.523.000 varones, que son el 48,66%. Esto muestra que hay 100 mujeres por cada 94,8 varones.
Además, el censo realizado el 27 de octubre, el mismo día que falleció el expresidente Néstor Kirchner, reveló que en la Argentina hay 12.171.675 hogares y 13.835.751 viviendas.
El desagregado por provincias muestra que las que más crecieron en cantidad de habitantes son las del Sur. En 9 años, la población de Santa Cruz aumentó 39,1%, la de Tierra del Fuego 28,8% y la de Chubut, 23,2%. Por otra parte, Buenos Aires mostró un incremento desde 2001 del 13% y la Ciudad de Buenos Aires de sólo 4,1%.
Del total de la población actual, 12.333.747 son menores de 18 años (30,74%), de los cuales 6.072.181 son mujeres y 6.261.566 son varones.
En tanto, hay 11.726.207 hombres de entre 18 y 65 años y 11.425.302 mujeres de entre 18 y 60. Estas 23.151.509 personas activas representan al 57,71% del total de habitantes en la Nación.
Los no activos alcanzaron los 4.631.840 (11,55%). En esta porción de la muestra, el doble de las personas son mujeres, 3.095.847, contra 1.535.993 varones.
Además, el relevamiento muestra un incremento de la población extranjera. En 2001 eran 1.531.940, o el 4,2% de la población total, mientras que en 2010 alcanzaron los 1.805.957, un 4,5%. El número, muestra que los habitantes de otros países que viven en la Argentina se incrementaron en 274.017 personas, casi un 18% respecto al anterior censo.http://www.ambito.com/noticia.asp?id=600162

jueves, 27 de mayo de 2010

¿Se viene el queso con probióticos?


Tal como hoy se estila el yogurt con elementos probióticos para mejorar la salud, nuevas investigaciones muestran que el queso también podría servir de vehículo para transportar estas moléculas benéficas, especialmente en los adultos mayores que podrían aprovecharlo para mejorar sus defensas y sus sistema inmune.
El queso es un alimento que se disfruta en todas las edades y los adultos mayores podrían también aprovecharlo para mejorar sus defensas, especialmente porque podría fortalecer el sistema inmune al transportar las bacterias probióticas al intestino, según concluyó una nueva investigación.
Los científicos de la Universidad de Turku (Finlandia) que realizaron la investigación afirmaron que "el incremento en la proporción de adultos mayores en la sociedad moderna hace que descubrir nuevas formar de proteger al sistema inmune sea una prioridad."
Fandi Ibrahim, el autor principal, sostuvo que su estudio prueba que el consumo diario de queso probiótico podría ser muy beneficioso para las defensas de los adultos mayores. Sus conclusiones fueron publicadas en la revista FEMS Immunology and Medical Microbiology.
PROBIÓTICOS Y SALUD
El intestino grueso cuenta con una gran cantidad y variedad de bacterias que son esenciales para mantener una buena salud. Con el objetivo de mantener esta flora intacta, ciertos alimentos incorporan microorganismos vivos que siguen activos en el intestino y de esta manera benefician la salud. Estos son los famosos probióticos.
Ibrahim investigó si el queso probiótico podría fortalecer las defensas de los adultos mayores, que con los años suelen desarrollar la inmunosenescencia.
Esta condición se caracteriza por un debilitamiento del sistema inmune que aumenta el riesgo de sufrir problemas como infecciones, desórdenes inflamatorios y cáncer.
QUESO PARA LAS DEFENSAS
Los investigadores trabajaron con voluntarios de 72 a 103 años que fueron divididos en dos grupos. Un conjunto consumió un trozo de queso diario enriquecido con probióticos mientras que el resto disfrutó de un queso completamente normal.
Los participantes incorporaron estos alimentos durante un mes a su desayuno, y luego los científicos realizaron análisis de sangre para observar el efecto en el sistema inmune.
Ibrahim subrayó que subió la actividad de ciertas células sanguíneas del sistema inmune en los voluntarios que comieron queso probiótico, por lo cual afirmó que "demostramos que la ingesta regular de queso probiótico puede mejorar el sistema inmune. Consumir este alimento de manera regular podría fortalecer las defensas de los adultos mayores."
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