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martes, 8 de enero de 2013

Unos kilos de más prolongan la vida?



Las personas con algunos kilogramos de más en su cuerpo tienen menos riesgo de morir por cualquier causa que las personas de la misma edad con un peso normal, según un estudio que publica esta semana la revista Journal of the American Medical Association (JAMA).Un análisis de casi 100 estudios que abarcan aproximadamente a 3 millones de adultos propone la hipótesis de que hay beneficios en las reservas mayores de energía en el organismo.Algunas de esas ventajas tienen que ver con una mejor resistencia en caso de enfermedad y con el hecho de que las personas con sobrepeso o ligeramente obesas vigilan más pronto su salud y buscan tratamientos médicos más temprano.




Los estudios observaron el riesgo en personas que, en relación con lo que se considera peso normal para el sexo y la edad, tenían sobrepeso o algún grado de obesidad.
Si bien la obesidad acarrea un 18 % más de riesgo de morir, los datos muestran que el peligro de fallecimiento disminuye un 6 % en las personas con cierto sobrepeso.
La doctora Katherine Flegal, del Centro Nacional para Estadísticas de la Salud, perteneciente a los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, y sus colegas compilaron la información sobre el índice de masa corporal (IMC) y la mortalidad debida a todo tipo de causas, para llegar a tasas de riesgo de muerte según las diferentes categorías de IMC.
Para aquellos individuos con un IMC entre 25 y 30, considerado sobrepeso, el riesgo de muerte es 6 % menor que los que tienen un IMC entre 18,5 y 25 (peso normal).
Entre 30 y 35 de IMC (obesidad moderada) el análisis también constata una reducción del riesgo de muerte, en este caso del 5 %. Pero un índice de por encima de 35 (obesidad) conduce a un aumento claro del riesgo de muerte respecto a las personas con peso normal.
"Las explicaciones posibles incluyen una concurrencia más temprana de los pacientes con sobrepeso en busca de asistencia, la mayor probabilidad de que reciban un óptimo tratamiento médico, los efectos metabólicos cardioprotectores del exceso de grasa en el cuerpo, y los beneficios de las reservas metabólicas más altas", explica el artículo.
"Los cálculos de los riesgos relativos de mortalidad vinculados con el peso normal, el sobrepeso y la obesidad pueden ayudar en la toma de decisiones en el contexto clínico", añade.
El contingente de personas supervisadas en todos los estudios superó los 2,88 millones de individuos e incluyó más de 270.000 fallecimientos.  Las tasas de mortalidad se compararon con las de individuos en edades similares pero con peso normal.
Las regiones de donde los participantes eran originarios incluyen Estados Unidos y Canadá (41 estudios), Europa (37), Australia (7), China y Taiwán (4), Japón (2), Brasil (2), Israel (2), India (1) y México (1).http://www.docsalud.com/articulo/4274/unos-kilos-de-más-prolongan-la-vida

martes, 27 de noviembre de 2012

Exceso de ibuprofeno: se toma una dosis más alta de la recomendada


Es un clásico del botiquín. Un infaltable. Hay opciones de muchas marcas y de diferentes dosis y, en general, en la mayoría de los hogares, es la "droga" más usada por las distintas edades. El ibuprofeno, un antiinflamatorio y analgésico de venta libre, se ha convertido en uno de los medicamentos más vendidos y usados en todo el mundo. Tanto, que algunas sociedades científicas han encendido el alerta y comenzaron a hablar de "excesos riesgosos".
Fue el caso de la Sociedad Española de Farmacia Comunitaria (SEFAC), que acaba de advertir que "la alta dosificación de ibuprofeno que se aplica para dolores leves y moderados" puede llegar a ser riesgosa para la salud. En España es habitual el consumo de 600 miligramos, mientras que lo más correcto sería una dosis de 400, dice. "No se puede afirmar que con 800 miligramos no aumente el riesgo de evento cardiovascular", informó, y aseguró que más de 8,5 millones de españoles reciben dosis diarias de ibuprofeno superiores a las recomendadas. La presidenta del Comité Científico de la Sefac, Neus Caelles, alertó que "las presentaciones de 600 miligramos de ibuprofeno representan el 80% del total de unidades vendidas, cuando su dosis debería de ser la mitad". Según Caelles, tomar ibuprofeno de 400 miligramos tres veces al día consigue controlar el dolor y la inflamación en procesos leves y moderados, aunque en España sólo se dispensa esta dosis en un 4,8% de los casos. En Europa esa cifra asciende hasta el 54%.
Según los expertons, los efectos secundarios de este fármaco se incrementan a medida que aumenta la dosis. "El riesgo de sufrir un evento cardiovascular con dosis de 400 miligramos no está incrementado, algo que no se puede afirmar en el caso de los 800 miligramos", explican en la Sefac.
  • Automedicación

El exceso de ibuprofeno, y con uso prolongado, aumenta notablemente el riesgo de daños gástricos, hepáticos y renales. Entre sus efectos adversos más leves, la OMS enumera diarrea, mareos, cuadros de nerviosismo y dolor de cabeza, y cuando la sobredosis es grave puede provocar taquicardia o fibrilación auricular, entre otras complicaciones. En Argentina no se publican (o no se difunden) datos sobre el tema, pero el mercado muestra algunas tendencias: en los últimos años, las "cajitas" de ibuprofeno en las farmacias no sólo se fueron multiplicando de la mano de distintas marcas sino que las dosis fueron creciendo a la par de las ventas: en un estante, son muchas más las opciones de 600 mg que las de 200 mg. Además, el ibuprofeno figura entre los más consumidos en los estudios sobre automedicación. 
El problema de la automedicación es serio en nuestro país: diversos estudios revelan que casi la mitad de los argentinos se automedica o toma medicamentos que les recomienda un amigo o un familiar. El 50% de la población toma medicamentos en forma incorrecta, y esto causa el 5% de las internaciones hospitalarias y cerca de 10.000 muertes por año.
Según el Colegio de Farmacéuticos de la Capital Federal, el 8% de los medicamentos que existen en el mercado pueden comprarse sin receta, pero la realidad demuestra que el 30% de las ventas se realizan sin prescripción médica. Y una encuesta realizada por la farmacéutica Gabriela Kregar, becaria del Colegio de Farmacéuticos de la Provincia de Buenos Aires, halló que la aspirina es utilizada por el 50% de las personas que se automedican, seguida por la amoxicilina (42%) y el ibuprofeno (38 por ciento).
Un grupo de estudiantes de la Orientación de Publicidad de la Carrera de Ciencias de la Comunicación de la UBA lanzó una campaña de concientización sobre el tema. Se llama "No te confundas" y apunta contra el mal uso de los medicamentos de venta libre, advirtiendo sobre los riesgos y promoviendo un uso responsable de los mismos.
Vale aclarar: con una ingesta moderada y las indicaciones de un profesional de la salud, su consumo no presenta mayores problemas.http://www.entremujeres.com/vida-sana/salud/Exceso-ibuprofeno-tomamos-dosis-recomendada_0_815918481.html

martes, 24 de enero de 2012

Trastornos alimenticios y alcohol, mezcla que enferma a las mujeres

En los últimos diez años creció el número de mujeres jóvenes que comen menos para poder beber más, un dato que preocupa porque las consecuencias pueden ser muy serias y en el corto plazo. Un factor agravante es que ellas toman a la par de los varones, cuando tienen una constitución y predisposiciones físicas muy diferentes: “El metabolismo femenino no procesa de la misma manera la bebida, además, las mujeres tienen mayor tendencia a crear dependencia alcohólica y como consecuencia sufrir abusos físicos o sexuales en estado de ebriedad”, puntualizó a DocSalud.com la Dra. Juana Poulisis, autora del libro Los nuevos trastornos alimentarios.
Comer menos para beber más
Un reciente estudio, dirigido por la investigadora Victoria Osborne de la Universidad de Missouri, da cuenta de que la alcohorexia afecta tres veces más a las mujeres, quienes dejan de comer antes de los atracones de alcohol para no subir de peso, pero también para gastar el dinero en tragos o para lograr el estado de embriaguez más rápido. Aunque no hay estudios epidemiológicos en Argentina, el informe para las Américas de la Organización Mundial de la Salud (2006) estima que un 30% de las mujeres estadounidenses de entre 18 y 24 años se saltean comidas para ingerir más alcohol.
Periodista: ¿Qué prácticas incluye la alcohorexia?
Juana Poulisis: La restricción alimentaria y los atracones de alcohol. Además puede haber prácticas de purga.
P.: ¿Por qué se realizan estas prácticas?
J.P.: La restricción alimentaria se hace para evitar el aumento de peso que genera el atracón con bebidas alcohólicas. Este nuevo trastorno alimentario se asocia con la obsesión por estar flacas y también con que entre los adolescentes está legitimado tomar mucho, por ejemplo en “las previas”. La frase más escuchada en el consultorio es: “No como para que me pegue más el alcohol y así poderme divertir en la noche”. Así, primero está la obsesión por estar delgadas pero, como quieren tomar mucho alcohol para desinhibirse, restringen su alimentación para no engordar.
P.: ¿Cuál es el peligro de confundir calorías con nutrientes?
J.P.: Quienes padecen este trastorno suponen que pueden sustituir las calorías que les aportan los alimentos por las del alcohol. El error más grave y perjudicial para la salud es ignorar que, mientras que la comida brinda calorías y nutrientes, el alcohol solo aporta calorías vacías. Por eso, la alcohorexia provoca un déficit de vitaminas, minerales y nutrientes primarios, generando un estado crónico de cansancio y la propensión a contraer enfermedades.
Riesgos que hay que conocer
P.: ¿Qué peligros enfrenta quien padece este trastorno?
J.P.: La situación de altísimo riesgo de estas pacientes es la combinación de las complicaciones propias de los trastornos alimentarios y de las derivadas del abuso de alcohol. Dentro de las consecuencias de los trastornos alimentarios se encuentran la disminución del potasio, las alteraciones en el electrocardiograma, el adelgazamiento de la musculatura cardíaca, mareos, baja presión, anemia, osteopenia y osteoporosis, esterilidad y depresión. Por otro lado, el abuso de alcohol genera que la persona no tenga hambre o se olvide de comer, con el consiguiente déficit nutritivo. Además, las mujeres alcoholizadas están más expuestas a sufrir abusos sexuales, caídas y traumatismos, accidentes de tránsito, a verse envueltas en episodios de violencia y a tener embarazos no deseados. También corren más riesgo en la transmisión de enfermedades venéreas. Otras complicaciones serias son las enfermedades hepáticas, el paro cardíaco y el coma alcohólico irreversible, que puede ocasionar la muerte.
P.: ¿Cuáles son los riesgos específicos de la alcohorexia?
J.P.: El exceso de alcohol junto a la ausencia de comidas funciona como un cóctel explosivo. Quien asocia conductas de ayuno, bajo peso, purgas y atracones de alcohol, aumenta los riesgos propios de los trastornos alimentarios y del consumo de alcohol.
Atracón de alcohol
P.: ¿Qué es un atracón de alcohol y qué daños provoca?
J.P.: Es la ingesta de grandes cantidades de alcohol en un corto período de tiempo, entre una y dos horas aproximadamente. Suele realizarse durante las salidas nocturnas y su característica fundamental es que se bebe de manera compulsiva y rápida. Hay que recordar que el atracón, ya sea de comida o de alcohol, es una conducta impulsiva. Específicamente, tomar alcohol en forma de atracón causa intoxicaciones más graves, se altera el ritmo cardíaco y puede generar tolerancia y dependencia. Además, provoca daños cerebrales más serios y afecta al sistema nervioso de distintos modos: interfiere en el desarrollo del cerebro, afecta la memoria, el aprendizaje y la capacidad de planear tareas.
P.: ¿Por qué es tan importante comer antes de beber alcohol?
J.P.: Hay que recordar que la comida funciona como un amortiguador que hace más lenta la absorción del alcohol previniendo la intoxicación aguda. El primer trago después de no haber comido nada en todo el día se absorbe en 15 minutos al 100%. La absorción en ayunas es casi inmediata, por eso el riesgo de coma alcohólico es mucho más factible.
P.: ¿Cuál es la diferencia entre alcoholismo y alcohorexia?
J.P.: Mientras que el alcoholismo implica una dependencia de la sustancia, en la alcohorexia hablamos de un abuso: hay que recordar que si bien las pacientes no muestran síntomas de abstinencia en los primeros tiempos, cuando el abuso de bebidas alcohólicas se realiza con mayor asiduidad y en dosis mayores, es probable que se desarrolle la adicción, por eso es tan importante el diagnóstico precoz.
Detección y tratamientos
P.: ¿Cuáles son las señales que no debemos dejar pasar en otros y nosotros mismos?
J.P.: Hay cuatro preguntas orientativas que son clave: ¿Me restrinjo en mi plan alimentario pero cuando se trata de beber no me limito? ¿Suelo beber en grandes cantidades y en forma veloz para que me haga más efecto? ¿Trato de comer menos durante el día si planeo tomar alcohol? ¿Pienso en vomitar para no engordar cuando tome alcohol? Estas preguntas también sirven al entorno ya que quien sufre alcohorexia suele ser el último en aceptarlo y son los padres, la red familiar y los amigos los primeros en hacer el diagnóstico. Por eso es tan importante que sepan detectar las señales y actuar a tiempo. En el caso de las adolescentes, hay que observar su comportamiento los días que salen, ver cómo se alimentan durante ese día, prestar atención que no salteen comidas y tratar de comer en familia.
P.: ¿Cómo se trata la alcohorexia?
J.P.: El tratamiento debe ser multidisciplinario y dual, que cuente con un grupo de personas especializadas en trastornos alimentarios y en abuso de sustancias. También tiene que haber orientación nutricional (individual y familiar) para evitar la restricción alimentaria de manera paulatina. Siempre hay que recordar que es un problema familiar, por lo que hay que trabajar con la paciente y con la familia, para incluir todos los alimentos y evitar los circuitos de restricción y purga. Según el caso, debe evaluarse el peso de la paciente para determinar su internación o el trabajo en un hospital de día. Del mismo modo hay que evaluar el riesgo clínico.
P.: ¿Qué debe incluir el tratamiento?
J.P.: Un nutricionista, un psiquiatra, terapia familiar, grupos de psicoeducación y, en algunos casos, psicofarmacología.
P.: ¿En qué consiste la psicoeducación?
J.P.: En estos grupos se les enseña qué generan sus prácticas, cómo funcionan estos circuitos de restricción-purga, cómo cortarlos, cómo modular las emociones con prácticas más saludables. También se las psicoeduca en la forma de pensar, ya que en general tienen una forma de pensar muy negativa. Para ello se desarrolla una terapia cognitivo-conductual para mejorar su autoestima, su pensar sobre sí y sobre los otros.
Entrevista de Ana Paula Cordero


miércoles, 27 de abril de 2011

Consecuencias de la malnutrición en el adulto mayor


En la Argentina, un 58% de la población tiene un consumo bajo de alimentos con valor nutritivo adecuado, un 35% come frutas y verduras por debajo de los requerimientos recomendados y un 50% ha incrementado su riesgo cardiovascular como consecuencia de los malos hábitos en la alimentación.A estas costumbres, se suma la de que el proceso de envejecimiento se asocia con un daño “fisiológico” que ocasiona el proceso de metabolizar los alimentos. Para evitar o retrasar patologías asociadas una estrategia recomendable es el incremento del consumo de micronutrientes, suplementos o drogas con efecto antioxidante, antiglicación o anticross linking.Bajo estas referencias y en el marco del 6° Congreso Latinoamericano y del Caribe, organizado por la Sociedad Argentina de Gerontología y Geriatría (COMLAT-IAGG), tuvo lugar el simposio denominado “Malnutrición en el adulto mayor”, que contó con la presencia de los doctores Daniel De Girolami, Mónica Katz y Alberto Cormillot.
De acuerdo a datos censales de 2010, el 14% de los argentinos es mayor de 60 años, mientras que hacia 2050 el porcentaje alcanzará el 23,5. A la vez, la esperanza de vida se incrementa con el tiempo. Mientras que tiempo atrás, el promedio era de 65 años para el varón y 64 años para la mujer, la expectativa de longevidad estimada para el período 2020-2025, posee una proyección de 81 años para el hombre y 74 años para la mujer.“La ingesta alimentaria se analiza desde las cuatro clásicas leyes, que son la cantidad, la calidad, la armonía y la adecuación”, indicó el Dr. De Girolami. El consumo de leche, hortalizas, frutas, carnes porcinas y aceites, entre otros, tienen brechas negativas entre lo que el individuo debería comer y lo que efectivamente consume. Reunida en conjunto, la categoría de alimentos de brecha negativa se encuentra en el 58%. El consumo de carne vacuna y otros elementos de alta densidad calórica, en cambio, ofrecen brechas positivas.
Según la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (2005) en nuestro país, el 49% presentaba sobrepeso o sufría obesidad; el 45% agregaba sal en sus comidas por encima del nivel adecuado; el 35% no ingería frutas ni verduras; y entre el 5 y 30% se encontraba desnutrido.La alimentación de los argentinos tiene evidentes connotaciones sobre nuestra salud. “Si tomamos como ejemplo la salud cardiovascular, el 50% de los habitantes de la Argentina incrementa su riesgo cardiovascular como consecuencia, en buena parte, de sus malos hábitos alimentarios”, expresó De Girolami.
Relación entre los hábitos de consumo alimentario y las enfermedades
Con el tiempo, el organismo sufre cambios fisiológicos a los que el cuerpo comienza a adaptarse y adquiere distintos tipos de alteraciones, como ser: alteraciones de los sentidos, en la deglutación, en la masticación, hipoclorhidria, etc.
La malnutrición se presenta con mayor frecuencia en la edad avanza y posee una prevalencia alta en las personas ancianas. Es así que entre el 6 y 15% de los ancianos no hospitalizados (es decir, que residen en sus propios domicilios) se encuentran malnutridos, y entre el 25 y 60%, aparecen los ancianos hospitalizados.
Son factores de riesgo asociados a la desnutrición, la ingesta inadecuada de alimentos, el apetito, la anorexia, la pobreza, el nivel cultural, el entorno social, la dependencia o discapacidad, las enfermedades, la viudez o depresión y el alcohol, entre otros.Simultáneamente con la pérdida de peso, se presentan otros síntomas, como anemia, fatigas, disminución del ritmo cardiovascular y respiratorio, alteraciones del metabolismo en general y de los fármacos, caídas frecuentes, fracturas, deterioro del estado funcional.“La mala nutrición del adulto mayor incrementa el riesgo de enfermedades, hace a los individuos vulnerables a infecciones, que pueden ser motivo de muerte, deteriora la capacidad funcional y afecta y disminuye la calidad de vida”, resumió De Girolami.
Deficiencias nutricionales en el anciano
Durante el simposio, la Dra. Mónica Katz hizo hincapié en los procesos del metabolismo y sus inevitables consecuencias del envejecimiento como resultado del ciclo de la vida, con referencias a teorías y mecanismos que ocasionan daños sobre el organismo.En tal sentido, mencionó que envejecer es el resultado de diversas variables, como pueden ser la genética, el modo de alimentarse, la vida que se lleva, el estado mental, la red social que se desarrolla alrededor del individuo, lo que se ha hecho para prevenir enfermedades y los tratamientos médicos disponibles.
“Son tres las reglas claves del envejecimiento: ocurre en toda la población, produce cambios en funciones o estructuras celulares y éstos cambios se incrementan en forma progresiva con la edad”, explicó la Dra. Katz.
El metabolismo es una red de procesos homeostáticos que permiten el desarrollo de la vida. A su vez metabolizar (o procesar el alimento) enferma y produce daño. Es decir, que vivir y comer para vivir daña y envejece.
A modo de conclusión, la Dra. Katz señaló que “el envejecimiento es inevitable, pero el daño del metabolismo- el costo de vivir y metabolizar la comida que necesariamente tenemos que incorporar-, puede mantenerse a nivel subpatogénico”.
Para lograrlo es necesario incorporar una alimentación variada y balanceada, suplementos o drogas (antioxidantes, antiglicación, anticross linking), y restricción calórica sin desnutrición.
Obesidad y complicaciones en el adulto mayor
Finalmente, el Dr. Alberto Cormillot, encargado de cerrar el simposio, remarcó que la obesidad es una enfermedad y presentó una proyección de valores que indican cómo podría crecer la población de obesos en la Argentina en los próximos años. Según el estudio, en 2005 había un 49% de obesos en el país, mientras que en 2010 el número trepó a 53% y en 2040 podría llegar a 85%.Al respecto, Cormillot hizo referencia a las causas de la obesidad y mencionó como posibles al aumento de las grasas, la sal, el alcohol y la disminución de micronutrientes. En complemento, se advierte un crecimiento elevado de las bebidas azucaradas, que representan una de las causas principales de la obesidad actual. También, existen preferencias alimentarias tempranas, innatas, que tienen ver con la atracción por lo dulce y el rechazo por lo amargo o ácido.
“Uno tiene una ventana de 3 años para trabajar con el niño. Si en esos 3 años logra construir un individuo que sepa comer con los niveles de sal, azúcar y grasa adecuados habrá logrado un considerable grado de prevención”, indicó el Dr. Cormillot.Existen además creencias que ayudan a mantener la enfermedad. Entre ellas se encuentran la suposición de poseer una debilidad de voluntad o carácter, creer que el problema está resuelto una vez que se ha conseguido bajar de peso o caer en la trampa de los métodos de reducción de peso sin hacer esfuerzo.
Cormillot señaló cuatro factores que podrían ubicarse como causas de la causa: la cultura (juntarse para comer, vivir lejos del trabajo, consumir comida tercerizada); la industria (que apunta a los estímulos más salientes, como grasas, azúcares y sal); el nivel socioeconómico (relacionado con la educación y los ingresos); y el ambiente urbano (una ciudad no preparada para caminar).
Conclusiones:
• La alimentación de los argentinos tiene evidentes connotaciones sobre nuestra salud. En ese sentido, el 50% de los habitantes de la Argentina incrementa su riesgo cardiovascular como consecuencia, en buena parte, de sus malos hábitos alimentarios.
• Una de las consecuencias de la mala alimentación es la obesidad, debida en gran parte al aumento de las grasas, la sal, el alcohol y la disminución de micronutrientes en la dieta, como así también el crecimiento elevado del consumo de bebidas azucaradas, que representan una de las causas principales de la obesidad actual.• A esos malos hábitos alimentarios deberemos sumarle los inevitables procesos fisiológicos del envejecimiento y el daño inevitable que produce el metabolismo alimentario, los que pueden mantenerse a nivel subpatogénico. Para enfrentarlos adecuadamente, se hace necesario incorporar una alimentación variada y balanceada, suplementos o drogas (antioxidantes, antiglicación, anticross linking), y restricción calórica sin desnutrición.
http://www.docsalud.com/articulo/2093/consecuencias-de-la-malnutrición-en-el-adulto-mayor